El verano de 2025 ha dejado un balance especialmente grave en España en cuanto a ahogamientos en espacios acuáticos. Las cifras publicadas por la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo (RFESS) a través de su Informe Nacional de Ahogamientos (INA) confirman que, entre enero y agosto, han fallecido 368 personas por ahogamiento —la cifra más alta de la última década—, de las cuales 274 ocurrieron durante los meses del verano. (rfess.es)

Esta tragedia no se limita únicamente al litoral: piscinas, ríos, embalses y otros entornos interiores también han sido escenario de incidentes fatales. Aunque todavía se requiere un desagregado más detallado para piscinas en todo el país, los datos disponibles permiten extraer lecciones valiosas para responsables de instalaciones acuáticas, gestores públicos y la ciudadanía.
Panorama general y evolución histórica
El comportamiento de las estadísticas arroja varias tendencias preocupantes:
- Agosto de 2025 sumó 65 muertes por ahogamiento, consolidando una tasa de un fallecimiento aproximadamente cada 11 horas en el cuatrimestre de calor (mayo a agosto). (rfess.es)
- El trimestre de mayo-junio-julio registró 209 muertos, convirtiéndose en el trimestre más mortífero para esos meses en la serie histórica. (rfess.es)
- Julio, por sí solo, reportó 92 muertes por ahogamiento, lo que lo sitúa como el cuarto julio más letal desde que se recopilan datos. (rfess.es)
- En años anteriores con datos comparables, 2024 cerró con 471 fallecidos, 2023 con 422 y 2022 con 394. El ritmo acumulado de 2025 indica que podría superar estos registros, salvo una caída abrupta en meses venideros. (elconfidencial.com)
Este crecimiento sostenido hace que los ahogamientos aparezcan como una causa de muerte accidental notable en España, comparable a otros riesgos con mayor visibilidad mediática. (Cadena SER)
Perfil de las víctimas
Los datos confirman ciertos perfiles recurrentes, aunque emergen variaciones interesantes:
- Un 74 % de las víctimas son hombres. (El País)
- Las franjas de edad más afectadas son las personas de 65 a 74 años, seguidas por los grupos de 55-64 y mayores de 75 años. (El País)
- En 2025 (hasta agosto), se han registrado 49 menores fallecidos y otros 27 jóvenes entre 18 y 25 años. (El País)
- En los primeros siete meses del año, se reportaron 23 menores fallecidos, y en julio solo hubo 9 menores muertos. (rfess.es)
Estos datos sugieren que, aunque la mayoría de muertes ocurre entre adultos mayores, la incidencia en segmentos más jóvenes sigue siendo un foco de alerta.
Localización del ahogamiento: piscinas dentro del panorama más amplio
Aunque las playas y zonas naturales concentran la mayoría absoluta de los casos, las piscinas tienen protagonismo notable:
- En julio de 2025, de los 92 fallecimientos por ahogamiento, 13 ocurrieron en piscinas. (rfess.es)
- En agosto, 14 muertes de las 65 registradas correspondieron a piscinas. (El País)
- En el cómputo hasta agosto, 45 personas han muerto en piscinas según algunos medios que desglosan los datos por tipo de entorno. (LA NACION)
- En provincias específicas también se constatan casos alarmantes: en Málaga, por ejemplo, al menos tres niños fallecieron en piscinas privadas durante esta temporada. (EL ESPAÑOL)
Sin embargo, es importante subrayar que en muchos registros oficiales de ahogamientos no se desglosa con precisión si fueron en piscinas privadas, comunitarias o públicas, lo que dificulta un análisis detallado del problema en esos entornos.
Zonas de mayor incidencia
Por comunidades autónomas, las más afectadas hasta agosto de 2025 son:
- Andalucía (66 muertes) (rfess.es)
- Comunidad Valenciana (50) (rfess.es)
- Galicia (44) (Democrata)
- Canarias (43) (Democrata)
- Cataluña (42) (LA NACION)
En términos relativos, algunas comunidades del interior también presentan incidencias destacadas, especialmente por ahogamientos en ríos, embalses y zonas no costeras. (Cadena SER)

Factores técnicos y estructurales de riesgo en piscinas
Las piscinas presentan una serie de condiciones particulares que las hacen diferentes —y en muchos casos más controlables— frente a playas o ríos. Con base en los informes recientes y la literatura técnica, se pueden destacar los siguientes aspectos:
Vigilancia profesional insuficiente o ausente
- Muchas piscinas privadas o comunitarias no cuentan con socorristas titulados operando durante todo el horario de uso, lo que retrasa la detección de una emergencia. En algunos casos, la vigilancia es informal o recae en responsables no formados.
- En el balance de julio, de los 92 casos de ahogamiento en espacios acuáticos, 45 ocurrieron en lugares sin socorristas activos, 33 en entornos donde no era procedente contar con ellos, y solo 14 en lugares con socorristas operativos. (rfess.es)
- En entornos naturales (ríos, embalses), la ausencia de vigilancia es más común, lo que resalta la necesidad de que los socorristas también extiendan su cobertura hacia el interior. (rfess.es)
Deficiencias estructurales y de diseño
- Sumideros sin rejillas seguras, mantenimiento deficiente de la instalación hidráulica, bordes resbaladizos o ausencia de barreras físicas perimetrales son fallos comunes que multiplican el riesgo en piscinas.
- En piscinas privadas, la normativa técnica suele ser más laxa o directamente inexistente, lo que permite que muchas instalaciones no adopten medidas de seguridad obligatorias en piscinas públicas.
- La señalización y el control de accesos (puertas con cierre automático, vallas perimetrales) suelen escasear en piscinas privadas de uso familiar o comunitario.
Supervisión inadecuada y errores humanos
- En piscinas domésticas, los niños suelen ahogarse en silencio en momentos breves, durante las horas centrales del día (entre las 15:00 y las 18:00) cuando los cuidadores pueden perder atención. (El País)
- El uso de flotadores, manguitos o juguetes de aire puede generar una falsa sensación de seguridad. Muchos incidentes ocurren cuando estos dispositivos fallan o el usuario entra en pánico. (Fraternidad)
- Las distracciones de adultos (móviles, conversaciones, alcohol) o la delegación de vigilancia en menores también son causas recurrentes.
Tecnología emergente como refuerzo de seguridad
Innovaciones recientes muestran cómo la tecnología puede contribuir a la detección temprana de incidentes:
- Una startup madrileña llamada Nagi ha desarrollado un sistema de “piscinas inteligentes” que emplea dispositivos Bluetooth colocados en el gorro o gafas de los bañistas. Si el dispositivo detecta que el usuario permanece sumergido más tiempo del permitido, envía una alerta al socorrista con la ubicación exacta. Más de 70 piscinas ya usan esta tecnología en España. (Cadena SER)
- Otra innovación es la camiseta antiahogamiento de la empresa Floatee: tiene activación automática al entrar en contacto con el agua y permite mantener la cabeza fuera del agua, incluso si el usuario pierde la consciencia. Está diseñada para adultos y adolescentes y cuenta con certificación ISO 12402-5. (Cinco Días)
Estas tecnologías no reemplazan al socorrista, pero pueden actuar como auxiliares para reducir el tiempo de detección de un incidente, particularmente en piscinas de gran tamaño o con usuarios numerosos.
Riesgos adicionales conexos
- Consumo de alcohol: según informes, en aproximadamente un 30 % de los casos hay indicios de consumo de alcohol previo, lo que disminuye la capacidad de juicio y reacción. (Fraternidad)
- Saltos o zambullidas imprudentes desde zonas no habilitadas o sin conocimiento del fondo del vaso han sido causa de múltiples tragedias en piscinas y aguas interiores. (elconfidencial.com)
- Condiciones físicas de los usuarios: personas mayores o con patologías cardíacas, respiratorias o circulatorias pueden sufrir desencadenantes en el agua que precipitan el ahogamiento.
Retos para la mejora y recomendaciones técnicas
La gravedad del balance de 2025 exige una respuesta estructurada. A continuación, algunas recomendaciones dirigidas especialmente a responsables técnicos, administradores y autoridades:
- Regulación más exigente para piscinas privadas y comunitarias
- Ampliar la normativa técnica-sanitario que ahora rige solo piscinas de uso colectivo (RD 742/2013) para incluir piscinas privadas con uso habitual.
- Establecer estándares mínimos de seguridad (vallas, alarmas de caída al agua, cierre automático de accesos, sistemas de detección) obligatorios.
- Presencia profesional y vigilancia ampliada
- Fomentar la contratación de socorristas titulados en piscinas de comunidades residenciales, clubes y hoteles durante toda la temporada.
- Explorar modelos de socorrismo rotatorio o compartido en comunidades pequeñas.
- Planificación de mantenimiento estructural
- Revisar sistemáticamente la instalación hidráulica, especialmente sumideros, sistemas de desagüe y filtrado.
- Evaluar y mejorar elementos de seguridad pasiva como barandillas, antideslizantes y señalización visible.
- Formación y protocolos de emergencia
- Capacitación continua en RCP, uso de desfibriladores (DESA / AED) y rescate acuático para socorristas, personal de mantenimiento y personal de apoyo.
- Definir protocolos de evacuación, alertas internas y coordinación con servicios sanitarios y de emergencias.
- Integración de tecnología de detección
- Considerar la implementación de sistemas de monitoreo como los de Nagi, complementos de alarma, cámaras subacuáticas o sensores de proximidad.
- Evaluar la viabilidad, costes y retorno en seguridad para instalaciones de distinto tamaño.
- Concienciación y comunicación continua
- Informar a usuarios sobre normas, riesgos y comportamientos seguros mediante señalética, folletos o sesiones de inducción.
- Programas educativos en colegios sobre seguridad acuática, identificación de riesgos y respuesta en emergencias.
Conclusión
El balance del verano 2025 revela una tendencia clara: los ahogamientos siguen siendo una tragedia frecuente, pero en muchos casos evitables. Aunque la mayor parte de los casos ocurre en espacios naturales sin vigilancia, las piscinas no están exentas de riesgo, especialmente aquellas con vigilancia deficiente, diseño inseguro o supervisión inadecuada.
Para el sector acuático, el desafío es doble: mejorar las infraestructuras y profesionalizar la gestión de seguridad, al mismo tiempo que se impulsa una cultura de prevención entre los usuarios y la sociedad en general. Solo así se podrá traducir el conocimiento técnico en una reducción real de víctimas.