La aerotermia es una tecnología basada en bombas de calor que extrae energía térmica del aire ambiente para proporcionar climatización, calefacción, refrigeración y agua caliente sanitaria (ACS) de manera eficiente y sostenible. Por cada 1 kWh de electricidad consumida, una buena bomba de calor aerotérmica puede generar 3‑5 kWh térmicos, aprovechando así la elevada eficiencia del ciclo frigorífico. Al no haber combustión en su funcionamiento, no produce emisiones locales de NOx, SOx ni partículas en el punto de uso, y por normativa se considera “energía ambiente” (renovable).

Los sistemas aerotérmicos consisten en una unidad exterior (bomba de calor) que extrae calor del aire y una unidad interior (intercambiador, depósito y distribución térmica) que entrega ese calor al edificio. Los componentes clave son el evaporador, el compresor, el condensador y la válvula de expansión: al cambiar de fase un fluido refrigerante se extrae calor del aire exterior y se cede al agua de calefacción/ACS. El rendimiento estacional (SCOP o SPF) depende de la temperatura exterior e interior: cuanto más baja es la temperatura de impulsión (por ejemplo en suelo radiante), mayor es la eficiencia. La aerotermia moderna emplea refrigerantes avanzados (p.ej. R32) capaces de alcanzar temperaturas de impulsión hasta 70 °C. En la práctica, las bombas de calor aerotérmicas proporcionan calefacción en invierno, refrigeración en verano y ACS todo el año, lo que las convierte en sistemas “todo en uno” especialmente versátiles para climas con estaciones marcadas.
Aplicaciones en comunidades y edificios terciarios
La aerotermia se aplica tanto en viviendas unifamiliares como en edificios colectivos y terciarios (comunidades de propietarios, oficinas, hoteles, colegios, hospitales, etc.). En comunidades de vecinos, es común instalar una bomba de calor central que suministra calefacción y ACS a todo el edificio, reemplazando la antigua caldera de gas o gasóleo. Estas instalaciones eliminan el riesgo asociado al almacenamiento de gas o fuel y ahorran espacio (no necesitan caseta de caldera ni chimenea). Además, facilitan la contabilización individual de consumos en instalaciones colectivas, tal como exige el RITE. En edificios de oficinas o administraciones, el bajo mantenimiento y la posibilidad de programar la climatización (por ejemplo en jornadas laborales) hacen atractivo el uso de aerotermia. Hoteles y centros educativos también han apostado por esta tecnología: por ejemplo, el Hotel Smart Room en Barcelona redujo sus costes energéticos en un 30 % tras instalar aerotermia, y el resort EcoVista (Mallorca) consiguió bajar un 40 % su consumo energético con el nuevo sistema de bombas de calor. El Hotel La Sierra (Madrid) destaca además que la aerotermia mejoró la calificación energética del edificio al reducir las emisiones operativas, aumentando su valor de mercado. Estos casos ilustran que las instalaciones a escala media-grande también se benefician de la aerotermia.
En algunos municipios y desarrollos urbanos se exploran redes de calor de distrito de baja temperatura («4ª generación») que combinan tecnologías renovables. Las guías de redes de calor recomiendan integrar bombas de calor (aerotermia, hidrotermia o geotermia) en sistemas a 50–60 °C, ya que operan con mayor eficiencia a bajas temperaturas. Así, es posible suministrar calor de forma centralizada a varias decenas de edificios, aprovechando escalas y energías residuales. Otra aplicación emergente es la hibridación de bombas de calor con instalaciones fotovoltaicas: un sistema aerotérmico puede alimentarse parcialmente con autoconsumo solar, reduciendo costes eléctricos. De hecho, la normativa de autoconsumo (RD 244/2019) y de rehabilitación (Plan PREE, Next Generation) facilita proyectos combinados de aerotermia y fotovoltaica para maximizar el uso de energía renovable.
Comparativa técnica y económica con sistemas tradicionales
Frente a calderas de gas natural o gasóleo, las bombas de calor ofrecen rendimientos útiles mucho mayores. Las calderas convencionales de condensación alcanzan eficiencias del orden del 90–95 % (COP≈0,9–0,95), mientras que una aerobomba puede tener un SCOP en torno a 3–4 (300–400 %) en condiciones moderadas. Esto significa que produce 3–4 veces más energía térmica por cada kWh eléctrico consumido. En términos de coste de combustible, una bomba de calor puede ser hasta 3–4 veces más barata que resistencias eléctricas (COP=1), aunque esto depende del precio relativo de la electricidad y el gas. En climas suaves, el ahorro es mayor, pues la eficiencia aumentaría aún más. Sin embargo, si la tarifa eléctrica es muy superior al precio del gas, la diferencia económica puede reducirse. En este sentido la OCU advierte que, debido a los mayores costes fijos (potencia contratada) y a la diferencia de precios energéticos, el ahorro con aerotermia frente a gas natural a veces no justifica por sí solo la inversión. En la práctica, los sistemas se suelen comparar considerando tanto el consumo anual como los precios actuales. Por ejemplo, en una instalación piloto, un hotel en Soria redujo su factura de gas (equivalente a ~15.000 €/año) a unos 10.000 € al año con un sistema híbrido aerotérmico+gas, logrando un ahorro de unos 5.000 € al año. Este escenario (con inversión de 32.000 € en aerotermia) arrojó un plazo de amortización estimado de apenas 6,4 años. Del mismo modo, en viviendas unifamiliares la sustitución de calderas de gasóleo por aerotermia suele reportar ahorros del orden del 50–70 % en la energía consumida (lo que se traduce en cientos o miles de euros al año, según el tamaño y la climatología del edificio).
Frente a calefacción eléctrica por resistencias, la aerotermia supone siempre un ahorro sustancial, al multiplicar por varios veces la energía entregada por cada kWh eléctrico. Además, las bombas de calor modernas pueden funcionar en modo refrigeración durante el verano, ofreciendo así servicio de climatización frío/calor en un solo equipo (algo que las calderas de gas o fuel no pueden hacer). En resumen, aunque la inversión inicial de una bomba de calor suele ser mayor que la de una caldera convencional, su alta eficiencia y bajos costes operativos, junto con los precios eléctricos cada vez más bajos (por el crecimiento renovable), hacen que en la mayoría de los casos la aerotermia sea más rentable a medio-largo plazo. Un estudio de la industria europea concluye que las bombas de calor son entre 3 y 5 veces más eficientes que las calderas de gas y, pese a sus costes iniciales, suelen resultar más económicas a lo largo de su vida útil.
Ventajas operativas: eficiencia, mantenimiento e impacto ambiental
Entre las principales ventajas operativas de la aerotermia destacan:
- Alta eficiencia energética: como se ha comentado, la aerotermia alcanza COP medios muy elevados (SCOP típico 3–4 en climatología templada). Esta eficiencia se traduce en un menor consumo eléctrico por kWh térmico suministrado. Al reemplazar sistemas de combustión por aerotermia, el consumo de energía primaria no renovable puede reducirse drásticamente (esto es clave para cumplir objetivos de descarbonización). Según la Asociación Europea de Bombas de Calor (EHPA), el parque europeo de bombas de calor instaladas evita ya 52,5 millones de toneladas de CO₂ al año.
- Calidad de servicio y confort: las bombas de calor proporcionan calefacción suave y distribución homogénea de calor (idealmente con emisores de baja temperatura, como suelo radiante). Además, ofrecen refrigeración en verano, lo que incrementa el confort. Los huéspedes de hoteles con aerotermia destacan habitualmente la temperatura constante y agradable en todas las estancias. La posibilidad de regular y programar el sistema con precisión también mejora la experiencia de uso.
- Mantenimiento reducido: al carecer de cámara de combustión, las bombas de calor requieren menos revisiones técnicas. No hay que limpiar hollín ni intercambiadores de gases, ni repuestos de quemadores. La OCU señala que las necesidades de mantenimiento de la aerotermia son “muy inferiores” a las de una caldera de gasoil o gas, lo que reduce costes operativos y riesgos de avería. La vida útil de un equipo aerotérmico suele superar los 15–20 años si se le realiza un mantenimiento periódico básico (limpieza de filtros, comprobación de circuitos, etc.).
- Impacto ambiental local: una instalación aerotérmica no genera emisiones directas de NOx, SOx ni partículas en el edificio. Esto mejora la calidad del aire en el entorno inmediato (p.ej. comunidades de vecinos, colegios). El único insumo es electricidad; si ésta proviene de fuentes renovables (fotovoltaica, eólica, etc.), el sistema puede llegar a tener emisiones de CO₂ próximas a cero en la operación. Incluso con la mezcla eléctrica actual, la aerotermia suele emitir menos CO₂ que una caldera de gas equivalente por kWh térmico entregado. Además, al funcionar de forma continua (24h), elimina saltos térmicos bruscos, lo que también aporta eficiencia extra.
- Flexibilidad y seguridad: las bombas de calor aerotérmicas pueden trabajar en combinación con otras fuentes (híbridas). Por ejemplo, los sistemas de aerotermia suelen hibridarse con instalaciones de energía solar fotovoltaica o con calderas de apoyo de gas/bioenergía para picos de demanda. En cualquier caso, al prescindir de combustible líquido o gaseoso en el punto de uso, se elimina el riesgo de fugas, explosiones o intoxicaciones. El único aspecto a gestionar es la contratación de la potencia eléctrica adecuada y la calidad del fluido refrigerante (ha de ser adecuado para el clima local).
Normativa vigente y fomento de la aerotermia
En España existe un marco normativo que incentiva el uso de energías renovables en climatización. El Reglamento de Instalaciones Térmicas en los Edificios (RITE, RD 1027/2007, modificado recientemente) establece requerimientos mínimos de eficiencia para los equipos y promueve las renovables térmicas en la edificación. Entre sus exigencias figuran rendimientos mínimos de los generadores de calor y frío, aislamientos térmicos, controles de temperatura, y la utilización de energías renovables disponibles. En particular, el RITE fomenta el uso de fuentes renovables para calefacción y ACS (p.ej. “especialmente energía solar y biomasa”). Además, el RITE reconoce formalmente la aerotermia como tecnología renovable: por ejemplo, IDAE publicó un documento oficial sobre “Prestaciones Medias Estacionales” para bombas de calor, subrayando que estas máquinas deben considerarse fuentes renovables.
En el Código Técnico de la Edificación (CTE), el Documento Básico HE (Ahorro de Energía) exige cubrir parte de la demanda de ACS y/o calor con energías renovables (normalmente solar térmica). Sin embargo, el CTE-HE permite sustituir total o parcialmente esa obligación por otras renovables siempre que cumplan con la eficiencia mínima exigida. Concretamente, la sección HE4 del CTE establece que una bomba de calor aerotérmica puede reemplazar a la solar térmica si su rendimiento estacional (SCOPnet) es ≥ 2,5 y las emisiones de CO₂ y el consumo de energía primaria no renovable resultantes son iguales o inferiores a los de la opción solar. Esto facilita el uso de aerotermia en obra nueva o rehabilitación para satisfacer las exigencias de cobertura renovable de la normativa. Adicionalmente, la calificación energética de los edificios (certificados de eficiencia) valora positivamente las soluciones de climatización con energías renovables y buenas eficiencias, lo que puede traducirse en mejores calificaciones (por ejemplo, pasar de una letra E a una C o B).
Hay otros documentos normativos asociados: por ejemplo, el RD 178/2021 actualizó el RITE para transponer directivas europeas de eficiencia de edificios, reforzando las exigencias energéticas. El RD 1124/2021 (por el que se modificó el DB-HE del CTE) también introduce refuerzos en las exigencias de renovables y eficiencia para climatización. Todas estas normativas apuntan hacia la electrificación y el uso de renovables en sustitución de las calderas fósiles. En resumen, el marco jurídico español favorece la aerotermia al considerarla “energía renovable” y exigir elevadas prestaciones energéticas a las instalaciones térmicas.
Ayudas disponibles y oportunidades de financiación
La adopción de la aerotermia en edificios está respaldada por numerosos programas de incentivos y financiación. A nivel europeo, los fondos Next Generation EU se canalizan en España a través del Plan de Recuperación (PRTR) para la rehabilitación energética de edificios y la implantación de energías renovables térmicas. En este contexto destaca el RD 477/2021, que asigna ayudas directas a las comunidades autónomas para renovables térmicas en el sector residencial y comunitario. Dicho real decreto establece cuantías subvencionables muy generosas para la aerotermia; por ejemplo, prevé ayudas de hasta 600 €/kW (límite 3.600 €) por la instalación de suelo radiante en sistemas aerotérmicos, o 550 €/kW (límite 1.830 €) para nueva instalación de radiadores o fan-coils de baja temperatura, siempre que el sistema funcione 100 % con energía renovable. Además, los proyectos de aerotermia pueden recibir subvención incluso si el consumo eléctrico no es 100 % renovable, pues el RITE permite considerar renovable el aporte del aire ambiental. Estas ayudas se complementan con deducciones fiscales (hasta un 20–30 % en IRPF por rehabilitación energética) y líneas de crédito verde (ICO EECN, préstamos PREE-EV, etc.) a bajo interés.
El Plan PREE (Programa de Rehabilitación Energética de Edificios) gestionado por IDAE concede subvenciones (normalmente en régimen de concurrencia competitiva) de hasta el 40–50 % del coste subvencionable para actuaciones en edificios existentes. Esto incluye la sustitución de calderas de gasoil o gas por bombas de calor aerotérmicas en comunidades de propietarios. Las Comunidades Autónomas también suelen convocar sus propias ayudas asociadas al PREE o a planes autonómicos de cambio climático. Por ejemplo, algunas regiones ofrecen subvenciones adicionales para edificios de gran consumo o para proyectos en zonas rurales con menor densidad de población (incrementando un 5 % la subvención en municipios de reto demográfico).
Otras opciones de financiación son las empresas de servicios energéticos (ESE). Una ESE puede ejecutar la instalación aerotérmica pagando la inversión inicial y cobrando al cliente un precio fijo mediante un contrato por objetivos (Energy Performance Contract). De este modo, la comunidad o empresa no adelanta capital propio y financia la inversión con el ahorro energético futuro. Finalmente, existen ayudas específicas del IDAE para la mejora de eficiencia (p.ej. planes PIVE de calderas) y subvenciones autonómicas y locales puntuales. En conjunto, un proyecto de aerotermia bien enfocado puede financiarse con subvenciones directas, deducciones fiscales y préstamos bonificados que rebajan significativamente el coste neto de la inversión.
Recomendaciones para evaluar la viabilidad de un proyecto
Para valorar técnicamente y económicamente un proyecto de sustitución de climatización por aerotermia, se aconseja seguir estos pasos clave:
- Diagnóstico energético inicial: Realizar una auditoría o estudio de viabilidad que cuantifique la demanda actual de calefacción, refrigeración y ACS. Esto incluye analizar la envolvente térmica del edificio (aislamiento, ventanas) y los sistemas existentes. Se debe determinar la potencia térmica requerida en las condiciones climáticas de ubicación (aplicando normativa CTE y datos de consumos reales).
- Dimensionamiento del sistema: En base a la demanda calculada, seleccionar la potencia de la bomba de calor adecuada. Se deben considerar las curvas de rendimiento (COP/SCOP) proporcionadas por el fabricante según norma UNE-EN 14825. Es importante que el equipo cumpla el SCOPnet≥2,5 exigido por el CTE para ser considerado «renovable». También hay que determinar las necesidades de reserva o apoyo (gas, electricidad) en picos extremos. Es aconsejable simular las facturas energéticas anuales usando los precios de energía previstos (incluyendo posibles variaciones de tarifas horarias o autoconsumo solar).
- Análisis económico: Calcular el coste de la instalación (CAPEX) e incluir los costes de operación anual (tarifas de electricidad, mantenimiento mínimo). Con esta información, estimar indicadores financieros como el payback (plazo de amortización) y el Valor Actual Neto (VAN) del proyecto. No olvidar incluir subvenciones y deducciones fiscales en la ecuación (por ejemplo, reducen la inversión inicial en un 30–50 %). En el cálculo del ahorro energético, comparar con el sistema existente. Ejemplos prácticos (como el hotel citado) muestran retornos de 6–10 años, pero cada caso es distinto: la simulación debe ajustarse a los datos reales del edificio.
- Optimización con renovables complementarias: Si es posible, considerar la instalación de paneles fotovoltaicos para autoconsumir electricidad de la bomba de calor. La hibridación con solar fotovoltaica maximiza el aprovechamiento renovable y puede recortar aún más la factura eléctrica. También puede estudiarse la hibridación con fuentes térmicas (p.ej. solar térmica para ACS o caldera de biomasa/gas como apoyo) para maximizar la eficiencia estacional y cumplir normativas.
- Cumplimiento normativo: Verificar que la nueva instalación cumple la normativa RITE (proyecto de instalación, etiquetado energético del equipo si es >12 kW) y con el CTE-HE vigente. Se deben preparar las justificaciones técnicas necesarias (por ejemplo, el cálculo del SCOP neto o el uso de documentos reconocidos como la guía de prestaciones medias). También se deben contemplar los trámites administrativos (licencias o legalización) pertinentes según la comunidad autónoma.
- Opciones de ejecución: Decidir si se contrata una empresa especializada (instalador autorizado de aerotermia) o una Empresa de Servicios Energéticos (ESE). En el primer caso, es clave elegir equipos de alta eficiencia certificados y dimensionar correctamente la instalación. En el segundo caso, la ESE puede financiar parte de la inversión mediante contratos de rendimiento energético, cediendo el cliente los ahorros a cambio. Ambas rutas son viables; la clave es comparar ofertas y garantías de rendimiento.
En definitiva, la decisión de implantar aerotermia debe basarse en un análisis riguroso de la demanda térmica del edificio, los costes energéticos actuales, las ayudas disponibles y las condiciones de operación. Con un diseño adecuado, las bombas de calor aerotérmicas pueden ofrecer importantes ahorros en facturas y emisiones, mejorar el confort y cumplir con las regulaciones vigentes, haciendo la climatización más eficiente y sostenible.