Con la llegada del invierno y la caída de las hojas de los árboles caducifolios, muchos piensan que los jardines pierden atractivo. Sin embargo, un diseño paisajístico cuidado demuestra que incluso en los meses fríos, el jardín puede ser expresivo e interesante, no solo por el color, sino gracias al equilibrio de formas, texturas y volúmenes.
Durante esta época, el protagonismo se desplaza del follaje exuberante a composiciones más sutiles, donde cada elemento tiene su importancia. Algunas especies aportan cambios cromáticos en sus hojas, adoptando tonalidades rojizas o cobrizas, como la abelia o la nandina, generando contrastes cálidos frente al paisaje invernal.
Otras plantas destacan por la estructura de sus ramas y la textura de sus cortezas, que cobran relevancia cuando el jardín pierde densidad. Es el caso de los abedules, con su corteza blanca y elegante, o los cornus, cuyas ramas de colores intensos aportan ritmo visual y dinamismo al espacio.
El invierno es también un momento ideal para jugar con las texturas vegetales: hojas finas frente a hojas grandes, masas compactas frente a siluetas ligeras. Arbustos perennes como el boj, el viburnum, la aucuba o el pittosporum aportan volumen y continuidad, funcionando como elementos estructurales que sostienen el diseño durante todo el año.






Las floraciones invernales, aunque más discretas, añaden puntos de interés estratégicos. Plantas como el cyclamen, los pensamientos, la primula, el heléboro o los brezos introducen color y delicadeza en parterres y jardineras, complementando la estructura vegetal existente.
5 especies para un jardín invernal
- Abelia: hojas que adquieren tonos rojizos o cobrizos, aportando calidez al paisaje invernal.
- Nandina: su follaje cambia de color en invierno y genera contrastes atractivos.
- Abedul: su corteza blanca y elegante destaca cuando el jardín pierde densidad.
- Cornus: ramas de colores intensos que aportan ritmo visual y dinamismo.
- Heléboro (rosa de Navidad): floración invernal que introduce delicadeza y color en parterres y jardineras.
A medida que el invierno avanza, el jardín se prepara para el cambio de estación. Las especies del género Prunus protagonizan una floración temprana y espectacular, aportando ligereza, verticalidad y un impacto visual que anuncia la llegada de la primavera.
En definitiva, el jardín invernal no es un espacio apagado. Es un ejemplo de equilibrio paisajístico, donde color, formas, texturas y estructura se combinan para mantener la belleza y coherencia del diseño durante todo el año.


